cambio climático

La Agricultura de Conservación como respuesta del sector agrícola ante una situación de emergencia climática

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El último y gran informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) acaba de publicarse, y sus conclusiones no pueden ser más desalentadoras. En el estudio, se confirma que la influencia humana en el cambio climático es inequívoca y que el incremento de la temperatura seguirá produciéndose al menos hasta mediados de este siglo. A este respecto, los expertos responsables de la elaboración del informe afirman que el nivel de calentamiento superaría los 2ºC a partir del año 2050, cifra fijada como objetivo en el Acuerdo de París, a no ser que se produjeran reducciones profundas en las emisiones de CO₂ y otros gases de efecto invernadero en las próximas décadas.

Diversos proyectos LIFE (Agricarbon, Climagri, Agromitiga) han ofrecido resultados del tremendo potencial de la Agricultura de Conservación para mitigar el cambio climático en España. Se estima en unas 53 millones de toneladas de CO2 al año. Esta cifra se alcanzaría tras un cambio profundo en el sistema de manejo de suelo convencional. Se debería evitar laboreos y mantener el suelo cubierto en cultivos herbáceos, y fomentar el uso de cubiertas vegetales entre hileras de árboles en cultivos leñosos. Estas cifras se refrendan con el proyecto LIFE Agromitiga, en el que se está observando que los suelos bajo Agricultura de Conservación llegan a tener hasta un 40% más de carbono que los suelos manejados de manera convencional.

No debemos olvidar que España, por su posición geográfica, es muy vulnerable a los efectos del cambio climático y, de hecho, los efectos en la agricultura se están dejando sentir hace tiempo. El incremento de eventos climáticos extremos, como sequías y lluvias torrenciales o la ocurrencia de veranos cada vez más largos, reducen de manera sustancial los períodos para el desarrollo óptimo de los cultivos, provocando grandes pérdidas en las cosechas.

Por todo ello es especialmente necesario adoptar soluciones como la Agricultura de Conservación en esta situación de verdadera emergencia climática. No en vano, España es el país líder en Europa de este tipo de prácticas con casi 2 millones de hectáreas.

Es indudable que la Agricultura de Conservación contribuye a cumplir los objetivos climáticos de la PAC, y de esa forma lo ha entendido el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, al incluir a la siembra directa y a las cubiertas vegetales dentro del listado de Eco-esquemas. Desde la Asociación Española Agricultura de Conservación Suelos Vivos, abogamos por que estos Eco-esquemas sean extensivos a toda la superficie agrícola, para así aprovechar todo el potencial mitigador que estas prácticas tienen y contribuir a frenar de manera efectiva el cambio climático.

El proyecto CARBOCERT muestra cómo la agricultura mediterránea puede contribuir a la mitigación del cambio climático

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CARBONCERT ensayo parcela de arroz

Dos de los principales y más urgentes retos a los que se enfrenta el planeta a nivel medioambiental en este momento son la reducción de las emisiones de CO2  a la atmósfera (que es la principal causa del Cambio Climático), y la lucha contra la erosión y las pérdidas de suelo (cada año se pierden 3,4 toneladas de suelo fértil por habitante en el planeta y se prevé que para el año 2050 se reduzca a la mitad la superficie total de suelos fértiles), lo que repercute gravemente en la productividad de los cultivos.

En esta lucha contra el reloj, la agricultura mediterránea puede ser una de las principales soluciones que nos ayuden tanto a mitigar el Cambio Climático, como a evitar la erosión y a mejorar la fertilidad de nuestros suelos si conseguimos  implementar el uso de Buenas Prácticas Agrícolas para capturar el carbono de la atmósfera y secuestrarlo en los suelos de cultivos como el trigo, el arroz, la viña, los cítricos, el olivar o los almendros.

Precisamente, para analizar cuánto carbono se puede fijar en los diferentes cultivos y estructuras leñosas y desarrollar una Guía de Buenas Prácticas que permitan al agricultor contribuir a luchar contra el Cambio Climático, mejorando además la fertilidad de sus suelos, se creó hace dos años el Grupo Operativo CARBOCERT, que ha desarrollado el proyecto “Cuantificación y certificación de carbono orgánico en suelos agrícolas mediterráneos”.

Este Grupo Operativo ha sido liderado por la Asociación Española de Normalización (UNE) y en él se integran entidades de certificación, centros de investigación y organizaciones agrarias como AENOR, ASAJA (Asociación Agraria Jóvenes Agricultores), el IRTA (Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries), el IFAPA (Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera) y la AEACSV (Asociación Española Agricultura de Conservación Suelos Vivos).

Los estudios realizados muestran que los suelos agrícolas y los cultivos que en ellos se encuentran, tienen una función muy importante en el secuestro del carbono y que los agricultores pueden obtener un doble beneficio si aplican las prácticas agronómicas recomendadas por CARBOCERT para cada cultivo: por un lado, la reducción  de carbono de la atmósfera y, por otro, el aumento la materia orgánica de los suelos, lo que repercutirá de forma directa en la productividad y sostenibilidad de los suelos y en la mejora de sus cultivos.

El proyecto CARBOCERT se ha centrado en seis cultivos típicos del área mediterránea y básicos para nuestra agricultura: el olivar (2,6 millones de ha en España), el trigo (2,1 millones de ha), el viñedo (casi 1 millón de ha), el almendro (0,6 millones de ha), los cítricos (0,3 millones de ha) y el arroz (0,1 millones de ha). Para cada uno de estos cultivos se han identificado los distintos sistemas de producción y prácticas de manejo con mayor potencial de absorción y almacenamiento de carbono. También se han analizado los factores climáticos, edáficos y agronómicos que influyen decisivamente en la absorción y almacenamiento del carbono. Por último, se han logrado implementar prácticas agrícolas sencillas y fácilmente replicables por parte del agricultor en los diferentes cultivos.

El resultado es la publicación de una Guía de Buenas Prácticas Agrícolas “Secuestro de carbono y mejora de los suelos en cultivos agrícolas mediterráneos”, que se podrá bajar en pdf por fichas desde internet, y en la que se explica paso a paso las diferentes técnicas agronómicas y su aplicación en cada uno de los cultivos.

Despoblación, cambio climático, precios en origen y ayudas PAC marcan el futuro del campo

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ganado

En la región hay 61.626 explotaciones agrarias -que gestionan 3 millones de hectáreas- de las que solo 11.000 generan más de 40.000 euros anuales

La radiografía del campo y del medio rural en Extremadura, al igual que en muchas zonas de España, viene marcada por la pérdida y el envejecimiento de la población. Aunque se ha librado del abandono de pueblos, que azota ya a zonas de Castilla y León, interior de Galicia, Aragón o Guadalajara, las perspectivas asustan. Un informe del Instituto Nacional de Estadística publicado a finales del 2018 mostraba las proyecciones demográficas, por regiones, de España en el periodo 2018/2033. Y la conclusión es desoladora para muchas de ellas. Aunque España ganaría dos millones de habitantes, concentrados en grandes urbes como Madrid, Barcelona, las zonas costeras mediterráneas y las islas, regiones como Asturias, Galicia, Castilla y León o Extremadura verían muy menguada su población. Para el periodo 2018/2033, Extremadura perdería 71.000 habitantes, un 6,7%, para quedarse en 999.165 habitantes.

Pocos habitantes
La realidad demográfica extremeña ha condicionado siempre su realidad económica. Es la quinta en superficie (41.634 kilómetros cuadrados) pero la 12ª en población. Con 388 municipios, de los que 218 no llegan ya a los 1.000 habitantes. Y la mitad de la población concentrada en 15 ciudades, de las que solo una –Badajoz– supera los 100.000 habitantes. Y con 13 poblaciones de más de 10.000 habitantes. Con 25,71 habitantes por kilómetros cuadrado  de media, que en la provincia de Cáceres bajan de los 20. Muy extensa, pero poco habitada. 700.000 extremeños viven fuera de la región.

Ayudas PAC
La importancia de las ayudas de la PAC, en pleno debate en Bruselas y con el Brexit duro más cerca, sigue siendo esencial para el futuro agrario y rural. En muchos casos, complementando precios en origen que casi no llegan a cubrir costes en algunas campañas. O en situaciones de emergencia, como las de la sequía para el ganado. Cada año el campo extremeño ingresa unos 545 millones en ayudas europeas, el 35% de su renta agraria. La pasada campaña se presentaron 52.101 solicitudes de ayudas directas y para desarrollo rural en la región, para un total de 2,71 millones de hectáreas. Extremadura es la cuarta región de España en número de solicitudes (tras Andalucía y las dos Castillas) y la cuarta en hectáreas.

Hay que tener en cuenta que de las 61.626 explotaciones agrarias de la región, hay 34.000 con ingresos directos de su producción por debajo de los 9.600 euros, y solo 11.000 explotaciones que ingresan más de 40.000 euros. La población ocupada en el campo regional está en torno a las 51.000 personas.

Economía regional
Según un reciente informe de Bankia Research sobre el peso del sector agrario en la economía regional, Extremadura es una de las tres comunidades junto a Andalucía y Castilla-La Mancha, donde más protagonismo tiene. El 8,6% del Valor Agregado Bruto depende del campo, por encima incluso del sector construcción. La Producción Final Agraria en la región supone 2.260 millones de euros, de los que 1.150 depende de la agricultura y unos 960 millones de euros de la ganadería. Una producción agrícola y ganadera que está siempre a expensas de los precios en origen, de los acuerdos comerciales con terceros países para exportar e importar, y de la climatología. Y sobre todo de la climatología, de la que depende también, al igual que de la despoblación y la PAC, gran parte del futuro del campo regional.

Begoña García Bernal (Consejera de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio): “Es compatible gastar menos agua y aumentar las hectáreas de regadío en Extremadura”

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16 consejera agricuturaEntrevista con
Begoña García Bernal
Consejera de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio de la Junta de Extremadura

Todo el año agrícola y ganadero del 2017 ha estado muy condicionado por la falta de lluvias, ¿hay que dar cada vez más importancia al cambio climático en las políticas agrarias del futuro?

Todos y todas estamos viendo en primera persona lo que está sucediendo con el clima, con el cambio climático. Estamos en un escenario en el que cada año llueve menos y cada año los veranos duran un poco más y esta tendencia tiene una influencia crucial en un sector como el agrario. Y esto no es un problema  de Extremadura. Esto es un problema global. En la última cumbre del clima de Naciones Unidas se ha puesto de manifiesto que el mundo avanza hacia un nuevo modelo energético y que ese cambio provocará a su vez un cambio de modelo en la producción y el consumo agrario. Por ello, debemos trabajar en ese sentido y que las políticas agrarias giren en torno al nuevo escenario climático que sufrimos.

Extremadura tiene en marcha importantes proyectos de regadío, desde Monterrubio de la Serena a Tierra de Barros y el norte de Cáceres ¿El ahorro y la eficiencia energética deben ser claves en los mismos?

El uso racional, adecuado, sostenible del agua es seguramente una de las primeras, o tal vez la primera prioridad a la que tenemos que hacer frente en todo el mundo. No en vano cada año mueren por falta de agua casi dos millones de personas. Hay un déficit hídrico y si no se toman medidas ya, se agravará a corto plazo. Es verdad que esto es un problema global, muy serio; pero nosotros, como región debemos tomar las medidas que estén a nuestro alcance. Y creo que lo estamos haciendo.

Estamos trabajando en dos grandes estrategias: de una parte, en un modelo de economía verde y circular, que pretende incidir sobre todas las áreas de nuestra actividad económica para reconducir el crecimiento hacia pautas más razonables con nuestro entorno. En el año 2030 queremos ser un referente en ese modelo de economía sostenible. Por otra parte, afrontamos una segunda modernización del regadío extremeño. El uso del agua en el regadío debe ser cada día más ajustado, más racional, más reducido, y de la misma manera habrá que reducir los costes energéticos.  Y sinceramente creo que es absolutamente compatible esa modernización, esa reducción de agua y energía en el regadío y al mismo tiempo la ampliación de la superficie regable en una Región como la nuestra que tiene recursos hídricos suficientes para ello.

La ganadería ha sido un sector especialmente castigado por la falta de agua ¿Qué medidas ha tomado la Consejería?

La Junta de Extremadura ha firmado un acuerdo con entidades bancarias para la concesión de préstamos a un interés cero para los profesionales agroganaderos afectados por la sequía. La Junta aportará 4 millones de euros en préstamos de tres años, con coste cero de intereses para los beneficiarios.  El volumen de préstamos a formalizar es de 160 millones de euros, y según las estimaciones podría haber hasta 8.864 beneficiarios potenciales.

Otra medida importante contra la sequía es apoyar los seguros agrarios. En este año los ganaderos han cobrado cerca de 20 millones de euros que tenían sus pólizas de sequías en pastos al igual que los productores de vid y olivar lo harán también. La política de seguros agrarios ha cambiado desde que llegamos de nuevo a la Junta. En estos años hemos pagado cerca de 20 millones de euros. Es la línea por la que tenemos que avanzar, la de que nuestros agricultores y ganaderos aseguren sus explotaciones.

También hemos llevado a cabo una modificación técnica del decreto de Planes de Mejora en explotaciones agrarias donde están recogidas las inversiones para abastecimiento de agua para ganado en diversas modalidades (pozos, charcas o bebederos entre otras) en inversiones que sean superiores a 3.000 euros, dando cumplimiento con hechos y presupuestos a paliar los efectos de la sequía.

Marcelino Núñez Corchero (AEMET): “Las sequías son una característica intrínseca del clima extremeño”

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12-13 aemetEntrevista con
Marcelino Núñez Corchero
Delegado Territorial en Extremadura de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET)

Como dice un importante empresario agrícola extremeño: “parece que solo tenemos ya verano e invierno en Extremadura”. El aumento medio de las temperaturas, con una fuerte ola de calor en junio, unido a la escasez de lluvias durante muchos meses ha condicionado todo el trabajo del sector agrario y ganadero de la región en el 2017. Un nuevo tiempo al que habrá que acostumbrarse en el futuro, con sus graves problemas pero también con sus oportunidades para nuevos cultivos y épocas de plantación.

Marcelino Núñez, nacido en Mérida y licenciado en Física por la Universidad de Extremadura, es una de las personas que más saben del tiempo en la región, y ha participado en diferentes proyectos relacionados con el clima y la radiación solar en Extremadura. Esta es su predicción climatológica del futuro que nos espera en el campo regional.

Todos los sectores agrarios y ganaderos de Extremadura coinciden en que el año 2017 ha sido uno de los más complicados de los últimos años ¿Habrá que acostumbre a años «complicados» en el futuro para el sector agroganadero?

En principio hay que decir que las sequías son una característica intrínseca del clima extremeño, han ocurrido desde siempre y las dehesas, los cultivos, el ganado, etc. están acostumbrados a este fenómeno. No obstante, hay que decir que el consumo de agua está aumentando cada día, y que la explotación del agua del subsuelo ha aumentado también. Estos hechos pueden hacer que la sequía se convierta en un fenómeno más severo.

Desgraciadamente, y según los informes que viene emitiendo el Grupo Internacional de Expertos sobre el Cambio Climático, IPCC, la cuenca del Mediterráneo es una de las regiones del planeta que en un futuro, a medio y largo plazo, entre veinte, y treinta años, tendrá mayores impactos: sequías más frecuentes e intensas, olas de calor más intensas, más frecuentes y más largas, etc. Los fríos invernales extremos continuarán ocurriendo ocasionalmente.

El año civil, de enero a diciembre de 2017, puede caracterizarse en cuanto a precipitación acumulada como «muy seco». En promedio, para toda la región, se llevan registraron 357,8 litros/m², un 64,7% de su valor de referencia en este año, que se sitúa en 552,6 litros/m². El 2017 ha sido el 2º año más seco de los últimos 30 años, solo superado por 2005.

En cuanto al balance de precipitación acumulada para el año agrícola, desde septiembre hasta diciembre puede caracterizarse como «extremadamente seco». En promedio, se han registrado en la Región 112,0 litros/m², un 40,1% de su valor de referencia, 279,4 litros/m².

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Los temas climatológicos -tanto en lluvias como en temperaturas- deben verse siempre con una perspectiva de medio y largo plazo. Si miramos atrás estadísticamente en el tiempo ¿Llueve mucho menos ahora en Extremadura que hace años y hace más calor o las diferencias no son tan grandes?

Las descripciones y las predicciones que se hacen cuando se habla de cambio climático se refieren a regiones supranacionales, hablar de una región tan pequeña (para la escala del cambio climático) es difícil, pero si nos atenemos a los datos, pluviométricamente no hay una tendencia observable ni a disminución ni hacia aumento de la precipitación total anual. Otro tema muy distinto es el termométrico: es claro que las temperaturas del siglo XXI son, en términos generales, más altas que las que se han medio en Extremadura en el siglo XX. La mayoría de los años más cálidos están localizados entre los últimos 15 años.

Un importante empresario del sector de la fruta y hortalizas de Extremadura nos comentaba hace poco que la región debería replantearse alargar los cultivos más allá de agosto por las temperaturas cálidas del otoño en los últimos años ¿La nueva climatología dará paso a nuevos cultivos y temporadas de cosecha?

Ver el cambio climático como una oportunidad es una forma de plantear las futuras crisis agroclimáticas que a mí personalmente me convence, ya que creo que es la mejor forma de afrontarlas. Está claro que las temperaturas estivales, en 30 o 50 años, serán más elevadas que las actuales, y además las precipitaciones estivales puede que se reduzcan también, así que parece una buena idea plantearse otros cultivos o alargar estos más allá de agosto, sí. El cambio climático, o al menos una parte de sus efectos, es ya imparable e inevitable, así que lo más inteligente es aprovecharlo y generar todo el beneficio que de él podamos obtener.

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Por su situación geográfica ¿Extremadura y su agricultura/ganadería son más vulnerables que otras zonas al cambio climático o al final es un reto global?

El cambio climático es un reto global, eso es claro, no obstante el cambio que sufrirá en los próximos cien años el clima del planeta beneficiará o perjudicará a algunas regiones más que a otras. Extremadura, como ya he dicho antes, tiene un clima mediterráneo, con alguna influencia atlántica, si nos atenemos a las predicciones climáticas, en toda la región mediterránea tendrá lugar:

-Un incremento de temperatura superior a la media global, más pronunciado en los meses estivales que en los invernales.
-Una reducción de la precipitación anual sobre la península Ibérica, que será más acusada cuanto más al sur. Las precipitaciones se reducirán fuertemente en los meses estivales.
-Se reducirá la escorrentía (agua disponible) y la humedad del suelo.

Por sus horas de radiación solar, ¿el sector agrario extremeño podría aprovechar mucho más las ventajas de las energías renovables para reducir sus costes y mejorar su rentabilidad?

Climatológicamente las horas de sol, y por tanto la radiación solar, que se registran en Extremadura y Andalucía son las más altas de la Península Ibérica. De hecho en Extremadura ya se están instalando grandes centrales fotovoltaicas y termosolares. Creo que este hecho es una gran oportunidad para la Región. No sé, lo reconozco, que requisitos legales son necesarios, ni que condicionantes externos habría que contemplar, pero en primera aproximación parece muy aconsejable que una buena parte del sector agrario y ganadero tendría que derivar hacia esas explotaciones que al menos reducirían los costes de las instalaciones. Debería ser «una obligación» en una región como la extremeña donde este tipo de centrales son muchísimo más rentables que en centro de Europa donde son muy comunes.

El cambio climático amenaza el futuro de los cultivos estrella del regadío extremeño

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Tomate, maíz y arroz, que suman 107.000 hectáreas de cultivo y más de 325 millones de ingresos, tendrán que adaptar sus variedades y tiempo de recolección  a veranos más tempranos y largos

La falta de lluvias y la sequía extrema de este verano han puesto en alerta a muchos agricultores del regadío extremeño. A primeros de septiembre, las reservas embalsadas en la provincia de Badajoz, la más importante para el riego de la región, han sido un 20% más bajas que la media de los últimos 10 años. Coyuntural o no, en los últimos cinco años se ha producido un aumento de las temperaturas medias, tanto en España como en la región, con veranos más largos y tempranos que han modificado los tiempos de recolección. Como le ha pasado a la fruta, al tomate, al maíz o a la vid.

El regadío extremeño, muy potente en las Vegas del Guadiana de Badajoz y el Valle del Tiétar y Alagón en Cáceres, se concentra sobre todo en tres grandes cultivos: el tomate para industria, con plantaciones medias de 24.000 hectáreas con un valor para el productor de 150 millones de euros; el maíz, del que este año se han sembrado unas 60.000 hectáreas con una valor de unos 124 millones de euros y también el arroz, que alcanza las 22.500 hectáreas y un valor para el productor de 53 millones. Entre los tres suman unas 108.000 hectáreas de cultivo, y un valor en origen superior a los 325 millones de euros.

Tras ellos, con una alta demanda de riego también destacan los frutales de hueso y la cereza del Jerte –que suman unas 22.000 hectáreas–, el girasol con unas 20.000 hectáreas, el tabaco con unas 8.600 y el pimentón de la Vera con 1.200 hectáreas.