regadío
Los embalses extremeños deciden el futuro de 750 millones de euros de ingresos para el regadío
Los principales cultivos en facturación y empleo -tomate, fruta, maíz, arroz, tabaco, olivar, viñedo…- dependen del agua
Aunque en estas fechas de primero de año se habla mucho de ayudas de la PAC, cotizaciones de los precios en Lonja, plantones y semilleros, abonos y fertilizantes, fechas de plantación…de poco servirá si los embalses claves del regadío extremeño, tanto de la cuenca del Guadiana como del Tajo, no recuperan al menos su aspecto habitual de la última década. Sin el agua de regadío, la viabilidad de nueva parte de las 290.000 hectáreas de regadío regional estaría en entredicho, y con ellos más de 750 millones de euros en ingresos directos para los agricultores.
La cuenca del Guadiana, que vertebra en sus Vegas Altas y Bajas, la mayor parte de los cultivos industriales de peso regionales (tomate, arroz, maíz) así como los frutales de hueso y las grandes explotaciones de olivar superintensivo y en seto, ha tenido en la última década de media una ocupación del 51,5% de su capacidad total. En torno a los 4.700 hectómetros cúbicos.
“Todo lo que no sea llegar al comienzo de la primavera con un volumen por encima del 40% de su capacidad en la cuenca del Guadiana -asegura el gerente de una de las más importantes cooperativas agrícolas extremeñas- es introducir mucha incertidumbre entre los agricultores. Y más tras lo sucedido en la campaña del 2022 con el maíz y el arroz, y algo menos con el tomate”.
Del aspecto que tengan en las próximas semanas los embalses de Orellana, Alange, García de Sola, Zújar, La Serena o Cíjara dependerá mucho el producto interior bruto económico del campo regional. Tanto en producción y renta de los agricultores, como en miles de peonadas y jornales en campo, y de cientos de puestos de trabajo en fábricas de tomate y arroz, almacenes de maíz, o en las centrales hortofrutícolas.
En el caso de los pantanos extremeños de la cuenca del Tajo, que han tenido una otoñada con más precipitaciones que la del Guadiana, también resultan claves para cultivos de olivar, fruta de hueso, tabaco, pimiento para pimentón, almendro o hortícolas como el espárrago blanco lo que suceda en embalses como el de Valdecañas, Torrejón, Gabriel y Galán, Cedillo, Borbollón o incluso Alcántara.
Cultivos estratégicos
Hay que tener en cuenta la facturación global de los principales cultivos del campo extremeño depende en buena medida de la posibilidad de regar. De media, unas 43.000 has de maíz, 7.000 de tabaco, 23.000 de tomate para industria, 21.000 de arroz, unas 20.000 de fruta de hueso, 15.000 de nuevas plantaciones de almendro, 1.600 de nogal, 1.100 de pistacho, unas 65.000 hectáreas de olivar -muchas de ellas en seto o superintensivo- y unas 32.000 de viñedo depende de que el agua llegue a los surcos o los pies de los árboles.
El impacto económico media de las producciones y cultivos asociados al regadío regional en Extremadura supera los 750 millones de euros en ingresos directos para el productor, sin contar además lo que supone a nivel agroindustrial y en empleo rural.
La superficie de riego en Extremadura se sitúa en 290.586 hectáreas, de las que 176.139 incorporan el riego localizado, suponiendo el 60,6% del total, 7 puntos más que la media estatal, que se sitúa en el 53%. El resto de agricultura de regadío en la región extremeña se completa con 74.614 hectáreas regadas por gravedad, 23.366 por aspersión y 16.467 por riego automotriz.
A fecha del 9 de enero, la cuenca del Guadiana estaba al 33,3% de su capacidad de agua -en torno a 3.169 hm3- solo tres puntos mejor que en la misma semana del 2022. Aunque el embalse de Orellana mejor que el pasado año. Mientras, en la del Tajo sí ha subido hasta más del 63%.
Agua y mano de obra condicionan el futuro del sector agrario extremeño
Dispone de 290.586 has de riego a expensas del clima y cuatro veces menos de mano de obra extranjera en el campo que la media española
Pocos días antes de que comenzaran en Extremadura las primeras lluvias en meses, en la segunda semana de septiembre los embalses de la cuenca del Guadiana mostraban una imagen desoladora. Con poco más de 2.295 hectómetros cúbicos de agua embalsada (24,1% de su capacidad total), menos de la mitad que la media de los últimos diez años. En el mayor pantano de la cuenca, el de La Serena, solo se almacenaban 424 hectómetros cúbicos para una capacidad de 3.219. Una imagen que mantiene en vilo a miles de agricultores y ganaderos de la región que han visto durante este verano la magnitud del problema del agua, agravado en esta ocasión por una ola extrema de colar continuada que a arrasado cultivos y puesto en situación crítica el abastecimiento al ganado.
Pese a la subida de los costes energéticos de los últimos meses, que han tenido un efecto directo sobre el precio de los insumos más empleados en el sector agroganadero (fertilizantes, abonos, piensos…), la falta de agua unida a la falta de mano de obra que ya es latente en muchos sectores y zonas agrícolas y ganaderas de la región, son los dos grandes factores condicionantes del campo en la actualidad. Y que están marcando ya en el caso de la agricultura decisiones claves de inversión en los próximos años a la hora de elegir un tipo de cultivo u otro.
En regadío
Según datos del Ministerio de Agricultura, la comunidad extremeña cuenta con 64.275 explotaciones agrarias o ganaderas, y con tierras de cultivo -sin contar pastizales y pradera de 1,05 millones de hectáreas. De esta cantidad, actualmente, el regadío supone en torno a las 285.000 hectáreas, en torno al 26% del total. Sin embargo, esa cuarta parte de la tierra con riego supone un porcentaje en producción, ocupación laboral y valor de mercado mucho mayor debido al peso de cultivo como tomate para industria, fruta de hueso, tabaco, arroz, olivar superintensivo o almendro. De ahí que la falta de agua o su limitación como ha ocurrido en esta campaña de verano suponga un duro quebranto tanto para la producción agrícola como para el empleo industrial.
Hay que tener en cuenta que el 67% del agua para riego se destina a cultivos herbáceos, el 7% a fruta y menos del 3% a olivar y viñedo. Hay que tener en cuenta que el 90% del agua de riego en la región proviene de aguas superficiales, de ahí la gran importancia del estado de los embalses. Uno de los datos más llamativos para el futuro del riego en la región y el uso del agua es que un 40% del riego aún no es con goteo, según datos del Ministerio de Agricultura.
Mano de obra
Otro de los mayores desafíos a los que se enfrenta el sector agrario y ganadero extremeño es la falta de mano de obra, Aunque pudiera parecer un contrasentido vistas las cifras de paro existentes. La falta de relevo generacional familiar en muchas explotaciones, unido a la salida de la región de muchos jóvenes, con y sin formación, ha provocado que en determinadas campañas agrícolas y comarcas de la región resulte complicado encontrar mano de obra y cuadrillas.
Una de las explicaciones a esta situación la encontramos en la mucha menor presencia de mano de obra extranjera en el sector agrario regional en relación al español. Según los datos de la Seguridad Social referidos a agosto del 2022, en la región había 72.729 afiliados en el sector agrícola sobre un total de 412.566 en toda la comunidad. De este total, menos del 5% eran de origen extranjero. Mientras, la media española de trabajadores afiliados agrarios a la Seguridad Social se situaba en el 19,4% en el mes de agosto, casi cuatro veces más.
José Miguel Coleto Martínez, catedrático de Producción Vegetal de la UEX: “La agricultura consume el 70% de los recursos hídricos, pero produce casi el 100% de los recursos alimenticios de origen terrestre”
Entrevista con
José Miguel Coleto Martínez
Catedrático de Producción Vegetal de la Universidad de Extremadura
El agua se ha convertido en uno de los grandes desafíos de la agricultura extremeña. ¿Qué medidas se podrían tomar?
Estamos ante un escenario climático dominado por la incertidumbre pero con algunas tendencias que parecen bastante definidas. El progresivo calentamiento de las masas de agua que rodean la Península Ibérica, va a provocar un aumento en la frecuencia de los fenómenos extremos. Destacaría el alargamiento del verano real; es decir del periodo en el que las temperaturas medias superan los 20ºC y las medias de las máximas los 30ºC. No será extraño que estas circunstancias ocurran en un periodo continuado desde mediados de mayo hasta finales de septiembre. Esto ocasionará un aumento de la transpiración en los cultivos y de las necesidades de agua de los mismos. Se prevé una reducción de la pluviometría media y que las sequías sean un poco más prolongadas pero también que la frecuencia de precipitaciones extremas se incremente.
La adaptación a este escenario supondrá:
a) Utilización de los recursos hídricos que priorice el abastecimiento de las poblaciones e industrias, los caudales ecológicos de los ríos y su uso racional en la agricultura, frente a los aprovechamientos hidroeléctricos.
b) Aumento de la inversión en investigación en cultivos con mayor eficiencia hídrica (producción comercial por cada metro cúbico de agua empleado). El manejo de la genética en las especies cultivadas, la introducción de nuevas especies y variedades, el empleo de ciclos cortos, de siembra en mayo y recolección a mediados de agosto, de gran eficiencia fotosintética e hídrica etc., la implantación de riegos deficitarios en especies perennes. La agricultura consume el 70% de los recursos hídricos pero produce casi el 100% de los recursos alimenticios de origen terrestre.
c) Introducir periódicamente en las rotaciones, cultivos de invierno o típicos del secano. Ahorran agua y minimizan el cansancio del suelo que provoca el cultivo intensivo. Las hortícolas de invierno ayudan a prolongar el periodo de transformación de nuestra agroindustria, muy corto en invierno.
d) Actuaciones de mejora en nuestra infraestructura hidráulica para minimizar las pérdidas de agua y aprovechar mejor las escorrentías hacia los embalses.
e) Mejora de los sistemas y métodos de riego para evitar pérdidas excesivas por evapotranspiración. Los nuevos sistemas de goteo subterráneo que además impiden que haya infiltraciones y escorrentías que contaminen. Y la generalización, en todas las comunidades de regantes, de sistemas de automatización y telegestión del regadío.
f) En las nuevas áreas de regadío, los caudales a derivar deberán orientarse más a socorrer a las plantas en periodos muy determinados para asegurar una producción mínima de calidad.
La utilización del recurso agua se verá más condicionado de lo que está actualmente pero sin alarmismos excesivos. En los últimos 40 años, solo en dos campañas (1982 y 2022) se han producido restricciones severas del consumo.
¿La mecanización puede ser suficiente para paliar la falta de mano de obra en el campo?
El cambio hacia cultivos mecanizables lleva varias décadas produciéndose y continuará en el futuro. Casi todos los cultivos extensivos (cereales y proteaginosas) y muchos de los intensivos (hortícolas de industria, tabaco, viñedo, olivar y frutos secos) son susceptibles de una mecanización integral. Un caso aparte lo constituye la fruta dulce. La persistencia de nuestras plantaciones de frutales de hueso y pepitas se verá muy condicionada por el desarrollo de la robotización. Todas las técnicas de cultivo, especialmente las más costosas como la recolección y el aclareo de frutos, pueden aplicarse con un brazo robótico.
¿Puede cambiar en los próximos años de forma sensible el mapa de los cultivos?
La evolución hacia cultivos susceptibles de una mecanización integral continuará en el medio plazo, hasta que no se resuelva el problema de la robotización. La presión sobre los mercados agrarios, por un previsible exceso de oferta de frutos secos, por ejemplo, puede moderar esta tendencia. Deberíamos continuar explotando las ventajas que nuestra región tiene para la producción de fruta, insistiendo en la resolución del principal estrangulamiento que se opone a su expansión (el coste de la mano de obra) mediante el desarrollo e implantación paulatina de técnicas de robotización. Permanece la incógnita de la influencia que la nueva PAC pueda tener en el futuro mapa de cultivos en Extremadura.
El cultivo del arroz pasa de 21.800 has a 1.500 y el del maíz de 42.700 a 20.000 has por la falta de agua
El fuerte aumento del girasol (+16.000 has) y de los cereales no impiden ver bastantes parcelas de regadío en barbecho
Las cartas parecían echadas desde hace varios meses esperando el milagro de un mayo muy lluvioso que no llegó. Los pantanos de la cuenca del Guadiana seguían en la primera semana de junio a un 30% de su capacidad, con 3.000 hectómetros menos que la media de los últimos diez años. Los cultivos del arroz y el maíz, como se preveía, han sido los más castigados. Hacía muchos años que no se veían tantas parcelas de regadío en barbecho en las Vegas del Guadiana. Justo cuando estos cultivos podían haber obtenido buenos precios en origen por la inestabilidad del mercado mundial.
Según los cálculos realizados por Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura a mediados de junio,y a falta de conocer aún los datos PAC, Extremadura perderá las 16.600 hectáreas de arroz que se producen en las tierras regables del Canal de Orellana, por lo que la región contará únicamente con unas 1.500 hectáreas dedicadas a arroz en esta campaña. Hay que tener en cuenta que en la pasada campaña la superficie de arroz fueron 21.300.
En el caso del maíz, se espera una reducción del 45%, de forma que las 42.700 hectáreas extremeñas de maíz pasarán esta campaña a ser unas 20.000 hectáreas debido sobre todo a las que pierde también el Canal de Orellana. Del mismo modo, el tomate para industria se verá también afectado y contará con unas 5.000 hectáreas menos aproximadamente este año.
Grandes cooperativas
La situación ha sido muy pareja en casi todas los grandes grupos cooperativos regionales, aunque con matices dependiendo del mayor o menos peso de unos canales u otros. Según Bartolomé Martínez, gerente de CASAT de Don Benito, ”hemos pasado de unas 1.800 has de arroz a 150, de unas 2.200 de maíz a 600 y de unas 2.800 has de tomate a unas 2.450 has. De girasol tenemos unas 1.000 has, cuando el año pasado habría unas 200.La diferencia se ha quedado sin sembrar, excepto las parcelas que se pusieron en su momento de cereal de invierno. Hay bastante sin sembrar, porque se retrasó mucho las condiciones para este año, en previsión que hubiese un mayor dotación de agua o que lloviese. Además hay muchas tierras de regadío que no son aptas para girasol. La zona más del Canal de Orellana, como Miajadas, Santa Amalia, Madrigalejo,… tiene una mayor reducción, pues nosotros tenemos gran parte en canal del Zújar”, asegura el gerente de CASAT.
En el caso de ACOPAEX, con sede en Mérida, y gran presencia en las Vegas del Guadiana, su gerente Juan Francisco Blanco estima que en arroz se pasará de 1.000 hectáreas a ninguna, en maíz habrá una reducción destacada de unas 5.000 hectáreas a unas 2.000 y en el caso del tomate, la reducción será de casi 1.000 hectáreas para situarse en unas 4.000 más o menos. En el caso del cultivo del girasol la subida oscilará entre las 2.000 y 3.000 has. “Hubo agricultores que ya en diciembre pensaron en plantar cereal de invierno tal como eran las previsiones. Hay terrenos que si lo permiten al igual que en el caso del girasol pero en el caso del arroz resulta más complicado. Esperamos que las administraciones reaccionen rápido con ayudas al arroz”.
El cultivo más beneficiado en esta coyuntura ha sido el del girasol, que lleva languideciendo varios años en la región. Los buenos precios de la pipa de girasol en los mercados internacionales ante la guerra de Ucrania -uno de los grandes suministradores mundiales del producto- unido a la búsqueda de alternativas con menos consumo de agua que el arroz y el maíz sobre todo han impulsado su plantación. Según los datos de Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura la superficie destinada a cultivo de girasol será de 24.100 hectáreas, frente a las 8.076 hectáreas del pasado año. En el caso de la provincia de Badajoz, pasará de 7.624 has a 20.600 y en Cáceres de 452 has a 3.500 has.
Francisco Sánchez (Canal de Montijo): “Los regantes tendrán que decantarse por cultivos más rentables y, al mismo tiempo, con menos necesidades hidráulicas”
Entrevista con
Francisco Sánchez
Presidente de la Comunidad General de Usuarios del Canal de Montijo
¿Cuál ha sido la trayectoria de la Comunidad General de Usuarios de Canal de Montijo en estos últimos años y con cuántos regantes cuenta?
La Comunidad General de Usuarios del Canal de Montijo se hizo cargo del suministro de agua de riego hace quince años, por cesión de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, que hasta entonces era la institución pública encargada del servicio. Cuenta aproximadamente con 5.000 regantes que se surten de agua gracias al canal de Montijo, cuyo arranque se encuentra en la presa de mismo nombre, sita en el término de Mérida.
¿Qué extensión de hectáreas de cultivo abarca y cuáles son sus principales cultivos y cómo ha variado en estos últimos años?
La Comunidad General de Usuarios del Canal de Montijo da riego a 26.690 hectáreas, de las cuales 10.681 pertenecen a la Comunidad de Regantes de Montijo, 10.534 a la Comunidad de Regantes de Badajoz, y el resto, en número de 3.045, pertenecen a la Comunidad de Regantes de Guadiana y a tomas directas que abastecen de agua a empresas.
Los cultivos predominantes en su área de riego son los tomates, los frutales, el maíz y, recientemente, el olivo, cuyo cultivo intensivo ha ido en estos años ganando en importancia.
Ante la situación actual de sequía, vuestra comunidad ha solicitado que se tenga en cuenta el importante ahorro en consumo conseguido durante los últimos años. ¿Cómo valoran el reparto de agua?
Tras las últimas lluvias caídas en la cuenca del Guadiana Occidental, los pantanos tienen un volumen de agua disponible para riego de 475,71 hectómetros cúbicos (hm3) a fecha del 10 de enero de 2022; esto supone solo el 36,79 % del volumen de concesión de una campaña normal de riego.
La situación es por tanto preocupante, por lo que recomendamos retrasar al máximo el inicio de la campaña de riego. Si los regantes apuran al máximo ahora, es posible que puedan disponer de agua a lo largo de los meses de campaña, siempre y cuando se haga un uso de ella lo más racional posible. Hemos de tener presente que no hemos tenido un invierno con agua ni tampoco parece que la primavera venga con ella.
En los últimos años se ha ido afinando en la reducción y eficiencia en el consumo de agua, ¿queda aún margen para mejorarla?
Aunque hemos invertido en sistemas de riego más eficientes y hemos consumido menos de la dotación aportada, siempre optimizándola, será muy difícil que en esta próxima campaña se puedan cumplir las expectativas de un año normal. Esto supondrá grandes pérdidas económicas y afectará al empleo.
De prolongarse en el tiempo esta situación ¿hay riesgo de que muchos regantes piensen en otras alternativas con menor consumo de agua, sobre todo en cultivos permanentes?
La Consejería de Agricultura, Desarrollo Rural, Población y Territorio ha enviado a Confederación Hidrográfica del Guadiana una propuesta técnica para la utilización del agua de riego, teniendo en cuenta los cultivos más presentes en la zona de las Vegas del Guadiana. Y en función del artículo 123 de la Ley Agraria de Extremadura, la Junta podrá activar las medidas contempladas en la normativa en caso de sequía, según la cual se priorizará el riego de los cultivos de frutales, de tomate, de maíz y de arroz, en este orden.
Estas normas se establecen según el carácter de permanencia o no de los cultivos, el nivel de consumo de agua de los cultivos, la productividad con relación al agua consumida por los cultivos y el nivel de empleo creado por el cultivo utilizando la ratio de UTA/m³ de agua consumida.
Ante esta expectativa los regantes tendrán que decantarse por cultivos más rentables y, al mismo tiempo, con menos necesidades hidráulicas.
El regadío extremeño suma 56.000 has en una década con ciclos de sequía más habituales
Casi el 30% de los regadíos sigue siendo por gravedad y no localizado
La pandemia, la subida de carburantes, energía e insumos, la guerra de Ucrania… Pese a ser muy graves y afectar de forma directa a la actividad agrícola y ganadera, nada preocupa más al sector en la actualidad que la falta de agua. La falta de precipitaciones en el año hidrológico, unido a la escasez de agua en los principales pantanos claves para el regadío ha llevado la incertidumbre durante muchas semanas a miles de agricultores extremeños. De sectores tan importantes como el tomate para industria, fruta de hueso, maíz, arroz, olivar o almendro en superintensivo.
Aunque “solo” el 26,6% de la superficie agrícola cultivada en la región está en riego, su peso en la producción global, valor de mercado, exportación y mano de obra es mucho mayor. Sin agua, la agricultura extremeña languidece y con ella su fuerza agroindustrial en industrias de tomate, centrales hortofrutícolas, almacenes de maíz o industrias de arroz.
Extremadura ha ganado 56.000 hectáreas de regadío en poco más de una década, al pasar de 235.452 hectáreas en 2010 a 291.079 has en 2020, según dados de ESYRE. Aunque no es la única zona afectada, las Vegas del Guadiana son las que más hectáreas concentran de regadío y más industrias y centrales dependientes del mismo.
Tipo de riego
Del total de regadío, el 56% lo es con sistemas localizados, casi un 30% por gravedad, un 9,2% por aspersión y un 5% con sistemas automotriz. En la última década, la evolución de los sistemas de regadío en la región ha sido significativa al pasar los localizados –los que permiten mayor control y ahorro– de 92.000 a 158.000 hectáreas.
Según un estudio del Ministerio de Agricultura, “el riego por gravedad en Extremadura va descendiendo progresivamente habiendo perdido más del 18 % de superficie en los últimos once años. Únicamente el riego localizado presenta una clara tendencia ascendente llegando prácticamente a duplicar su superficie desde 2009 debido fundamentalmente al aumento de las plantaciones de cultivos leñosos”.
Los cultivos de maíz, praderas polifitas y tomate de industria presentan prácticamente toda su superficie regada. El arroz, con la totalidad en regadío, es el sexto cultivo con más superficie de riego en Extremadura. Por el contrario olivar (65.569 has) y viñedo (32.506 has) que ocupan el primer y tercer puesto respectivamente en superficie regada, solo lo hacen en una pequeña fracción de su superficie total, 21,91% en el primero de ellos y 37,08% en el segundo caso.
El real decreto-ley aprobado en el Consejo de Ministros a mediados de marzo contempla apoyos en los ámbitos fiscal, laboral, financiero e hidráulico que implican a seis ministerios, estimados en 450 millones de euros. Entre ellas, se adoptan medidas urgentes en la cuenca hidrográfica del Guadalquivir y del Guadiana, que serán de aplicación a determinadas unidades territoriales de escasez (UTES). Entre ellas, la reducción de entre el 50 % y el 100 % de las cuotas del canon de regulación y las tarifas de utilización del agua.
A mediados de febrero, la Consejería de Agricultura, Desarrollo Rural, Población y Territorio de Extremadura envió a la Confederación Hidrográfica del Guadiana una propuesta técnica para la utilización del agua para el riego de los cultivos en la zona de las Vegas del Guadiana, en caso de sequía hidrológica, una vez realizado el reparto según la normativa vigente. En ella se recomendaba priorizar el riego de los cultivos más representativos como frutales, tomate, maíz y arroz, en ese orden.
Estas normas excepcionales se establecen según el carácter de permanencia o no de los cultivos, su nivel de consumo de agua, la productividad con relación al agua consumida y el nivel de empleo creado utilizando el ratio de UTA/m3 de agua consumida. En el caso de algunas comunidades de regantes, el agua disponible no llegará al 25% de un año hidrológico normal por lo que han planteado a sus agricultores riegos intermitentes y una capacidad de almacenamiento adecuada.
Un modelo de inteligencia artificial ayuda a predecir el agua que usarán los regantes del Canal del Zújar en cada franja horaria
La precisión de los pronósticos se acerca al 80% para los cultivos de arroz, maíz y tomate
El regadío se ha convertido en la columna vertebral de la producción agraria en Extremadura. Y con él, el agua en su principal soporte. Con las cuencas hidrográficas muy por debajo de su media histórica, la búsqueda de mecanismos y sistemas para mejorar la eficiencia del regadío es vital. Extremadura contaba a finales del 2020 con un total de 285.000 hectáreas de regadío, de las que más de la mitad ya se realizan con riego localizado. La región concentra el 7,5% del total del regadío español, con planes de aumentar la superficie con los proyectos de Tierra de Barros y Monterrubio de la Serena.
Las nuevas tecnologías están ayudando a conocer mejor cómo funciona el regadío, para ahorrar agua y también para pagar menos por el uso de la energía, un coste muy importante para los regantes. Un modelo desarrollado por el Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (UCO), a partir de técnicas de inteligencia artificial anticipa el uso de agua de los regantes por periodos tarifarios con un día de antelación y permite optimizar el uso de la energía. Y lo ha hecho en base a los datos de los regantes extremeños del Canal del Zújar con datos de las campañas de riego de 2015, 2016, 2017 y 2018.
Demanda de agua
Si bien en trabajos anteriores se habían desarrollado herramientas que permitían conocer la cantidad de agua y el día que se aplicaría en comunidades de regantes, el modelo CANGENFIS creado por los investigadores de DAUCO Rafael González, Emilio Camacho y Juan Antonio Rodríguez afina más: revela cuánta agua se usará en un tramo de tiempo más corto como son los periodos tarifarios. Así, adelanta información sobre cuándo se produce la mayor demanda la red, si es necesaria o no la activación de todas las bombas en paralelo que tiene la comunidad de regantes y optimiza la contratación de la tarifa eléctrica más adecuada, permitiendo así el ahorro de costes energéticos. También se conoce con antelación qué tuberías podrían sobrecargarse o prever cómo afectaría una avería.
Energía consumida
“Permite integrar la gestión del agua y de la energía y hacer un uso óptimo también de esa energía. Si la comunidad de regantes tiene un sistema de energía fotovoltaica puede saber qué cantidad de energía tiene que reservar y vender el resto o cuánta energía tiene que comprar ya que hay comunidades que compran energía de un día a otro y con esto pueden adelantarse a esta compra con precisión”, resalta el Emilio Camacho.
Combinando técnicas de inteligencia artificial como lógica difusa, redes neuronales artificiales y algoritmos genéticos modela el comportamiento de los regantes y pronostica a corto plazo la distribución por período tarifario del agua usada tanto por los regantes como por la comunidad al completo.
Para Rafael González “el funcionamiento del modelo es sencillo. Recibe una serie de entradas de variables climáticas muy relacionadas con la sensación térmica del agricultor como humedad relativa o temperatura máxima”, además se incluyen “variables relacionadas con el estado fenológico del cultivo y variables relacionadas con el día a día del agricultor” ya que si es festivo o si es fin de semana puede influir en las decisiones de riego. Este conjunto de entradas “nos dice para cada uno de los periodos tarifarios qué cantidad de agua va a emplear el agricultor al día siguiente”, concluye González. Según los resultados, variables como el precio de las tarifas o el número de horas que hay en cada periodo tarifario toman más importancia en el comportamiento de los regantes que las variables agroclimáticas.
La precisión de los pronósticos fue en torno al 80% para los cultivos de arroz, maíz y tomate (márgenes de error de 19,9%, 22,9% y 19,5%), un margen de precisión bastante alto en este tipo de predicciones que “demuestra la importancia de tener en cuenta el comportamiento del regante en este tipo de predicciones”, señala Juan Antonio Rodríguez.
El bajo nivel de los pantanos y las restricciones en Andalucía ponen en alerta al regadío extremeño
Las hectáreas en riego superan las 284.000, de las que el 56% es localizado y el 30% por gravedad
El cielo manda en el campo. Lo ocurrido esta misma campaña a miles de agricultores andaluces y murcianos con la imposibilidad de regar decenas de miles de hectáreas de sus cultivos es también serio aviso a navegantes para el campo extremeño.
El nivel de los pantanos acaba el año 2021 en situación alarmante, en el entorno del 39% en el caso de los extremeños. En Andalucía en el 31% y en Murcia por debajo del 22%. En la cuenca del Guadiana, la que afecta a más hectáreas del campo regional, en el entorno del 30,5% de su capacidad con pantanos como el de La Serena con capacidad para 3.219 hectómetros cúbicos con menos de 480. O el de Cíjara, con capacidad para 1.505 y menos de 270 hectómetros cúbicos. O el de Orellana con capacidad para 808 con menos de 500.
En el caso de Andalucía, en esta campaña son muchos los agricultores que solo han podido sembrar la mitad, con una disminución media entre el 20 y el 30% de la superficie según datos de la Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía (Feragua). Por ejemplo, los arroceros de las Marismas del Guadalquivir no han podido sembrar el 50% de la superficie prevista.
Mientras, una parte de la producción de ajo de la provincia de Córdoba se ha trasladado a Castilla-La Mancha ante la imposibilidad de regar y rentabilizar los kilos por has. Desde finales de octubre, la Confederación Hidrográfica del Sur tuvo que reducir los riegos previstos para el campo. Una situación de la que la que ha escapado por muy poco el campo extremeño en esta campaña.
En lugares como el de la comarca de la Axarquía malagueña y la Costa Tropical de Granada, muy activa en cultivos tropicales, ya se están planteando activar plantas desaladoras con agua del mar para regar 9.000 has de cultivos. Las propias confederaciones hidrográficas hablan ya sin tapujos de un contexto de cambio climático, que ha forzado a los pantanos a embalsar menos aguas de forma constante en los últimos años. Y los pantanos extremeños no son la excepción, manteniendo por debajo del 40% de su capacidad de forma habitual en los últimos años con alguna excepción.
Motor del campo
El regadío se ha convertido en los últimos años en el gran motor del campo extremeño, tanto a nivel de superficie con 284.539 hectáreas como de producción en grandes cultivos como tomate para industria, maíz, arroz, fruta de hueso, tabaco, viñedo, olivar… Según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, el regadío supone el 26,6% de la superficie cultivable de la región. Entre los cultivos que cuenta con más hectáreas en riego destacan los cereales de grano con 73.792 has, el olivar con 64.176 has, los cultivos industriales como tomate y arroz con más de 32.300 has; las forrajeras con 35.854 has y las frutas de hueso con 27.893 hectáreas. En regiones como Murcia, más del 90% de la extensión de cultivos depende del regadío.
En los próximos años será clave la gestión eficiente del campo, que siempre estará a expensas de la disponibilidad de agua en los embalses para asegurar el consumo humano. En el caso del regadío extremeño, el 56% de las hectáreas lo están con riego localizado (unas 158.000 has), seguido por el riego por gravedad con el 29,7% del total (84.000 has). El riego por aspersión y el automotriz suman el 14% restante con 40.000 has.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas ya ha avisado que las regiones productoras mediterráneas tendrán que hacer frente en los próximos años a algunos de los efectos más duros del cambio climático en Europa.
Juan Antonio Merino (Comunidad de Regantes del Zújar): “Los cultivos mayoritarios siguen siendo tomate y maíz, pero aumenta el olivar, almendro e higueras”
Entrevista con
Juan Antonio Merino
Gerente de la Comunidad de Regantes del Zújar
¿Qué abarca la Comunidad de Regantes del Zújar?
La extensión de la Comunidad de Regantes es de 20.695 Has ocupando terrenos de Villanueva de la Serena, Don Benito, Mengabril, Medellín, Valdetorres, Guareña, Oliva de Mérida, Villagonzalo, La Zarza y Alange. La Comunidad de Regantes de servicio a 7.004 usuarios.
¿Ha cambiado mucho el mapa de cultivos en la zona regable en los últimos años?
Aunque los cultivos mayoritarios siguen siendo el tomate de industria y el maíz, es también cierto que se ha producido una reducción de los mismos, propiciado por el aumento de leñosos tales como olivar tanto en intensivo como en superintensivo, almendro e higueras, aunque si hay que decir que de los 10 sectores de riego que comprenden la Comunidad de Regantes el aumento de leñosos se ha producido más en unos sectores que en otros.
El tema del ahorro y eficiencia energética es clave en el regadío. ¿En qué ha mejorado la Comunidad de Regantes en este sentido en los últimos años?
Tanto el ahorro como la eficiencia energética tienen mucha importancia en la viabilidad de los regadíos como suministro de agua presurizada, como es el caso de la zona regable del Zújar, y todo ello principalmente por el elevado coste energético que se sitúa en el entorno de los tres millones de euros anuales. En cuanto a mejoras en los últimos años, desde la Comunidad de Regantes se ha hecho un esfuerzo inversor importante.
En el periodo comprendido entre 2006 y 2008, se dotó a cada una de las parcelas de riego de un hidrante con contador y con sistema de telecontrol, de tal forma que cada usuario paga en función del consumo y además con el telecontrol se puede aplicar el coste del m³ en función del periodo en que se efectúe el consumo, teniendo en cuenta los periodos establecidos en el sistema eléctrico. Lo que ha redundado en un aumento del riego nocturno y un crecimiento considerable del riego localizado (por goteo), al mismo tiempo que se han realizado obras de modernización que han mejorado las redes y se han empezado a realizar instalación de plantas fotovoltaicas con el fin de reducir el consumo energético.
¿Cuáles serían los principales retos de futuro que tiene la Comunidad de Regantes?
Continuar con la modernización de regadíos, acogiéndose a los Decretos de Ayuda a las Comunidades de Regantes que pone en marcha la Consejería de Agricultura, que conlleva también el completar las necesidades de plantas fotovoltaicas para el suministro a las distintas estaciones elevadoras de tal forma que se reduzca de forma considerable el consumo energético. Y conseguir, junto con el resto de Comunidades de España, que se permita efectuar dos contratos al año, ya que el uso del riego no se realiza todo el año es estacional y sin embargo el termino de potencia con el sistema actual se paga durante todo el año, lo que supone un 40% del coste energético. Otro reto es la lucha contra el cambio climático, donde es muy necesario que se acometan las obras de regulación pendientes de realizar.
No debemos de olvidar los Planes Hidrológicos en los que se habla de implantar la recuperación de costes. No se puede implantar algo que y está implantado hace muchos años y que de seguir aumentando hará inviable la agricultura de regadío. No se puede obviar el esfuerzo inversor que está realizando el regadío y por tanto los regantes, que redunda en el beneficio de la ciudadanía porque conlleva un ahorro de agua que repercute al resto de usos. En cada Plan Hidrológico no podemos seguir aumentando los caudales ecológicos sin tener en cuenta que va en detrimento del resto de usos y sobre todo del sector del regadío que es el eje principal sobre el que rota la producción de alimentos.
Olivar en seto, almendro, viñedo y hortalizas impulsan los regadíos extremeños por encima de las 283.000 hectáreas
Los cultivos de regadío se han convertido en la columna vertebral del campo extremeño desde hace décadas. Tanto por volumen de producción, como por su peso en el empleo agrario y agroindustrial, y por su importancia en el comercio exterior. El análisis de los últimos datos del ESYRE, la Encuesta de Superficies del Ministerio de Agricultura para 2020, muestra como la región ha superado ya las 283.500 hectáreas de cultivo de riego. Unas cifras que en los próximos años aumentará de forma significativa con los proyectos de Tierra de Barros (15.170 has) y de Monterrubio de la Serena (1.200 has).
La importancia de los cultivos de regadío -y de la climatología para asegurar su viabilidad campaña tras campaña- queda de manifiesto en el volumen de facturación que suponen sus producciones: más de 750 millones de euros llegan cada campaña a los productores procedentes de sus cultivos de riego.
El mapa de los cultivos de regadío en Extremadura ha evolucionado con fuerza en la última década, al sumar 48.000 nuevas hectáreas lideradas sobre todo por los olivares superintensivos y en seto, los almendros, el viñedo y los cultivos de hortícolas asociados a las industrias de verduras congeladas. En el caso del moderno olivar, ha propiciado que la región pasara de producciones medias de 55.000 toneladas de aceite de oliva a superar en los últimos años las 72.000 tn. Extremadura ya dispone de 64.000 has de olivar de regadío. Y en el viñedo, la reconversión varietal ha propiciado el impulso al riego que suma más de 10.000 hectáreas en pocos años para alcanzar las 32.00 has en total.
Hay cultivos hortícolas que han crecido con fuerza en los últimos años en los regadíos extremeños, como el brócoli, el tomate para ensalada, el calabacín o el pimiento entre otros. Los contratos plurianuales de las empresas de congelados instaladas en la provincia de Badajoz dan estabilidad a estos cultivos.
Aunque el cultivo que más ha tirado del regadío en los últimos cinco años en la región ha sido el del almendro, que suma casi 12.000 has de cultivo según las cifras de la ESYRE y que ha quitado protagonismo a otros cultivos más tradicionales en zonas de regadío, obligando a algunas cooperativas a abrir secciones de almendra para dar servicio a sus socios.
Cultivos tradicionales
Los grandes cultivos tradicionales del regadío se mantienen en el tiempo, aunque algunos hayan dejado por el camino miles de hectáreas. Entre cinco de ellos -tomate, arroz, maíz, tabaco y fruta- superan las 100.000 hectáreas y sobre todo concentran la mayor facturación.
El tomate para industria -con una horquilla media entre 19.000 y 24.000 has- sigue siendo clave para el empleo agroindustrial en las Vegas del Guadiana y el regadío de Cáceres; el maíz sigue siendo básico, aunque los fuertes vaivenes en sus cotizaciones internacionales no han logrado mantener una estabilidad en el tiempo; la fruta de hueso también sigue siendo muy importante, tanto en mano de obra en campo y en las centrales hortofrutícolas como en la exportación a grandes mercados europeos y de ultramar; el arroz ha perdido más de 7.000 hectáreas en pocos años pero mantiene un núcleo destacado de agricultores y pueblos donde es el cultivo esencial; el tabaco de las comarcas del norte de Cáceres, lejos ya de las 9.000 hectáreas de décadas pasadas, vive pendiente de las ayudas de la nueva PAC que pueden darle oxígeno para unos años más u obligarle a buscar alternativas no tan rentables y con menos carga de mano de obra.
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