Olivar superintensivo y almendro crecen 30.000 hectáreas en la última década en Extremadura
El cultivo de arroz, tabaco, girasol, tomate industria, cebada y avena, los que más superficie pierden
Cualquier turista que visitara Extremadura hace quince años y lo haga de nuevo ahora verá un cambio sustancial en el paisaje agrario extremeño. Verá nuevos cultivos y notará la ausencia de miles de hectáreas de otros que antes eran más comunes en determinadas zonas.
El relevo generacional en unos casos, el mayor protagonismo de grandes propietarios y empresas agrarias frente a la agricultura familiar y tradicional, los precios en origen del mercado, las ayudas de la PAC, las nuevos modelos de cultivo en superintensivo o la demanda de industrias cercanas sobre determinados productos han marcado este cambio que ha afectado a más de 100.000 hectáreas en la última década en el campo regional. Con claros vencedores entre los que destacan el olivar superintensivo e intensivo, el almendro y otros frutos secos como nogal, pistacho, castaño. Además de la higuera para seco y fresco. Y diferentes hortalizas sobre todo para las industrias congeladoras. Y con claros perdedores como el cereales como la cebada y la avena, el arroz, el tabaco y el girasol. Y sobre todo con un claro exponente: los cultivos con riego.
Los datos de la Encuesta de Superficies (ESYRE) del Ministerio de Agricultura permiten seguir la radiografía de los principales cultivos agrarios en la región. Si tomamos la evolución de los últimos diez años con datos oficiales –del 2010 al 2020– comprobamos como el cultivo que más ha crecido ha sido el olivar para almazara con más de 18.000 nuevas hectáreas. Prácticamente todas ellas con nuevos sistemas de plantación en superintensivo o seto, muy focalizados en las Vegas del Guadiana pero también en zonas de la provincia de Cáceres como Campo Arañuelo o Tiétar. Gracias a este sensible aumento de la extensión de olivar, con marcos de plantación media por encima de los 1.000 olivos/hectáreas, Extremadura ha logrado alcanzar en las últimas campañas producciones medias por encima de las 72.000 toneladas.
Junto al olivar, el otro gran cultivo emergente en la última década ha sido con diferencia el almendro, tanto en superintensivo como en intensivo, que ha pasado de apenas 2.000 hectáreas en el año 2010 a casi 15.000 en el año 2020. El resto de frutos secos también crecen con fuerza en Extremadura, gracias a sus cotizaciones en origen: el nogal suma 1.500 nuevas hectáreas en una década, el pistacho unas 1.300 has desde cero, el castaño –con más tradición en las Villuercas y en el norte de Cáceres- suma otras 1.200 has mientras el cultivo de la higuera, tanto en seco en zonas como Almoharín como en fresco en las Vegas del Guadiana y norte de Cáceres, aumenta en 1.800 has. Otros cultivos se han aumentado de forma significativa en las última década han sido las hortícolas, entre las que destacan el brócoli, y también el tomate para ensalada.
Arroz y tomate
Mientras, otros cultivos importantes durante muchos años en Extremadura han visto perder protagonismo por su menor rentabilidad, aunque siguen siendo muy importantes en determinadas zonas como ocurre con el arroz en algunos pueblos de las Vegas Altas del Guadiana y el tabaco en la provincia de Cáceres. El arroz ha pasado de alcanzar las 27.800 hectáreas en 2020 a quedarse en las 19.000 has en el 2020, mientras el tabaco pasada de casi 9.000 has hace una década a quedarse en 7.100 has actualmente, y con serios problemas en la contratación de esta última campaña. El tomate para industria también se ha dejado 4.000 has en una década, manteniéndose por encima de las 21.000 has.
Por su parte, la fruta de hueso, con la cereza incluida, ha logrado mantenerse por encima de las 20.000 has gracias a su reconversión varietal, aunque con problemas de rentabilidad en varias campañas. Y el viñedo pierde 2.000 has, aunque estabilizada.
Foto: Monteverde Natura