“La seca” puede ser detectada con dos años de antelación en la dehesa gracias a fotografías de alta resolución espacial
Para poder actuar mejor contra un patógeno muy dañino para la actividad ganadera y forestal en encinares y alcornocales de la región
El cuidado de la dehesa, y especialmente de la encina y el alcornoque, es prioritario para la Comunidad de Extremadura y su cabaña ganadera, además de su actividad forestal, corchera y carbonera. La conocida como “La Seca”, un microbio denominado científicamente Phytophthora cinnamomi ha ocasionado daños irreparables en miles de hectáreas de dehesa en toda la región. Visualmente muy apreciables cuando se viaje entre encinares y alcornocales por cualquier carretera o camino forestal de la región. Favorecida a su vez por el fuerte estrés hídrico que ha tenido que soportar la dehesa en los últimos años ante la escasez de lluvias, que favorece el debilitamiento del árbol. En los últimos años, muchos han sido los proyectos que han tratado de encontrar una solución a esta enfermedad con diferentes medidas y tratamientos.
Patógeno
Según el Observatorio Dehesa Montando, liderado por la Junta de Extremadura y Cicytex, “este patógeno ataca a más de 1000 especies, entre las que se encuentran muchas especies forestales (castaños, robles, diversas coníferas…), así como frutales (aguacates) y plantas ornamentales (azaleas y brezos), por lo que está considerada como una de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). En Extremadura está provocando la muerte del arbolado en muchas zonas de dehesa, lo que supone una pérdida de productividad y una amenaza para la conservación de este importante sistema forestal”.
Un grupo de investigación de la Universidad de Córdoba ha conseguido detectar, a través de imágenes de alta resolución espacial, este fenómeno conocido como ‘la seca’ con una antelación de dos años previos a la aparición de los síntomas. De esta forma se puede prever la enfermedad e intentar salvar a las encinas.
Bosques huecos
El decaimiento sucede al comenzar a morir las encinas de forma más significativa en las dehesas. “El problema radica en que cuando ya se observan los síntomas visuales, por ejemplo, cuando comienzan a secarse o a perder las hojas, es demasiado tarde para empezar a tratarlas y gestionar estos bosques huecos”, añade el investigador y profesor de la Universidad de Córdoba, José Luis Quero.
Durante el estudio, y gracias a las fotografías de alta resolución espacial, el grupo de investigación ha analizado 1.100 árboles con diferente incidencia y severidad. Por una parte, se ha llevado a cabo un análisis de variables fisiológicas de las encinas, como son los pigmentos de las hojas, la fluorescencia o la temperatura de la copa, y por otra, han conectado estas variables fisiológicas con rasgos espectrales de las imágenes. De esta forma, el equipo ha sido capaz de mapear y detectar encinas que no muestran síntomas visuales pero que sí padecerán en el futuro la enfermedad causada por Phytophthora cinnamomi.
Los indicadores, generados por la combinación de modelos 3D de transferencia radiativa y aprendizaje automático, mostraron hasta un 82% de precisión para la detección del decaimiento, e identificaron con éxito el 34% de los árboles en peligro que no fueron hallados por inspección visual, siendo confirmados en una reevaluación 2 años después. La detección temprana puede reorientar las actividades de gestión, como el aclarado o tratamiento de árboles, para prevenir la propagación de los procesos de decaimiento forestal en la dehesa.
La recopilación de datos fue financiada por los proyectos QUERCUSAT y ESPECTRAMED de la Agencia Española de Investigación, Ministerio de Ciencia e Innovación.