Certificación agroalimentaria, el mejor “pasaporte” para la trazabilidad y la exportación
Cualquiera de las muchas empresas agroalimentarias extremeñas que exportar cada año una parte creciente de su producción -ya sea de productos cárnicos e ibéricos, vinos, frutas de hueso, conservas vegetales, aceites de oliva, quesos, Pimentón de la Vera…- es consciente de la importancia de contar con normas de certificación de primer nivel para poder hacerlo.
En algunos casos, por el marco regulatorio legal de los mercados de destino -desde Estados Unidos a Japón o China y todos los europeos- hasta por la obligatoriedad de las grandes cadenas de distribución para trabajar con ellas y vender en sus lineales.
En el mercado español, cada vez más atomizado en el sector de la distribución, con una veintena de empresas que controlan más del 75% de la distribución agroalimentaria, disponer de certificaciones agroalimentarias de calidad tanto en el origen industrial o matadero como en producto final e incluso en campo es una herramienta clave e indispensable.
Ya no se trata de pensar si hace falta estar certificado o no, sino de saber qué certificaciones hacen falta tener para estar presentes en determinados mercados y poder competir con los grandes grupos agroalimentarios que ya las tienen.
En el mercado español, determinadas legislaciones como la Norma de Calidad del Ibérico, han permitido el desarrollo de un sector riguroso y de calidad, que aporta garantías adicionales al cliente final sobre el origen, trazabilidad, calidad y autenticidad del producto que consume. Por su singularidad y peculiaridades, el sector cárnico es uno de los que demanda más los servicios de empresas de inspección y certificación independientes y avaladas por muchos años de trabajo en el sector.