Un estudio avala el uso de subproductos del tomate para recubrir el interior de latas y envases alimentarios
La industria de tomate es una de las más importantes del sector agroalimentario de Extremadura, con más de una decena de fábricas y una producción media de 2 millones de toneladas al año, siendo líder a nivel nacional en producción y comercialización. Una industria puntera a nivel tecnológico, con exportaciones a decenas de mercados, que genera también una cantidad importante de subproductos que llevan años siendo investigados tanto dentro como fuera de la región para obtener un mayor valor añadido.
Una de estas investigaciones la lideran profesionales del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea ‘La Mayora’ (CSIC-Universidad de Málaga) que han conseguido reutiliza los subproductos después del procesamiento para hacer gazpachos, salsas o zumos y desarrolla una laca biodegradable que actúa como cobertura interna. Según ha destacado la Fundación Descubre, esta resina repele mejor el agua y se adhiere con mayor firmeza al metal que las que contienen bifenol A, más conocido como BPA, un compuesto químico presente en muchos productos de consumo diario y perjudicial para la salud.
Para conseguirlo, estos investigadores han reutilizado los subproductos que se producen después de procesar el tomate para hacer gazpachos, salsas o zumos y que está formado por semillas, pieles y pequeños restos de ramas. Actualmente, el orujo de tomate se elimina como residuo sólido, se quema, o, en una pequeña proporción, se destina para alimentación animal por su bajo valor nutricional. Entre sus principales características, esta resina biológica e inocua para el medioambiente procedente de los residuos del tomate repele el agua, se adhiere firmemente al metal de la lata que recubre y presenta propiedades anticorrosivas frente a la sal y cualquier líquido. Tras realizar pruebas con comida simulada, el próximo paso es probar su eficacia en latas y envases que contengan alimentos reales y evaluar su aplicación industrial.
Con este estudio, titulado ‘Bio-based lacquers from industrially processed tomato pomace for sustainable metal food packaging’, publicado en la revista Journal of Cleaner Production y en el que también participan investigadores de la Universidad de Málaga, la Universidad de Sevilla, el Instituto Italiano de Tecnología y la Universidad Politécnica de Las Marcas, los expertos proponen una alternativa biodegradable para recubrir los envases alimenticios basada en la bioeconomía circular de un producto como el tomate.
El objetivo es reutilizar un desecho, el orujo de ese fruto, como materia prima para otros bienes, en este caso las latas de conservas y otros envases que contengan comida. “Partiendo de un residuo, obtenemos una materia prima ecológica y sostenible, con un impacto ambiental muy bajo, ya que reducimos la generación de basura y al mismo tiempo minimizamos la extracción de recursos fósiles para la fabricación de estos mismos recipientes”, según ha explicado a la Fundación Descubre el investigador del Instituto Hortofrutícultura Subtropical y Mediterránea ‘La Mayora’, Alejandro Heredia.
Para obtener esta resina, los expertos dejaron secar las muestras de orujo de tomate y las sometieron a un proceso de hidrólisis, es decir, eliminaron cualquier resto de agua y se quedaron con los lípidos, en este caso grasa vegetal.
Una vez extraída la parte grasa, la mezclaron con una proporción mínima de etanol, compuesto orgánico conocido como alcohol etílico. Dispersaron la muestra en un 80 % de agua y un 20 % de etanol aproximadamente. Esa dispersión de grasa en agua la aplicamos directamente con un spray sobre la superficie de metal que se va a proteger. Se impregna en el metal, se queda pegado al conformado de la lata, resistiendo a los cortes posteriores del envase.
La investigación ha comparado estos resultados con el mismo proceso si se emplea resina de BPA y qué sucede si se elimina el orujo de tomate quemándolo directamente en la industria.El análisis muestra que la obtención de la resina de orujo de tomate produce menos dióxido de carbono que la de BPA.

