Una agricultura sin agricultores
Un libro analiza el futuro del sector agrario con más peso de empresas, industrias y Distribución, y menor protagonismo de las explotaciones familiares
Un libro publicado por dos sociólogos franceses a finales del año 2022 bajo el título de “Une agriculture sans agriculteurs” (“Una agricultura sin agricultores”) originó un gran debate en la sociedad rural francesa, una de las más activas de la Unión Europea, por los temas de fondo que se analizaban en el mismo. Y que pese a las particularidades de cada territorio también son extrapolables en gran medida a la realidad agraria y ganadera española. El libro, escrito por Bertrand Hervieu y François Purseigle, ha sido traducido al castellano por Eduardo Moyano -ingeniero agrónomo jubilado del CSIC- y publicado por la Fundación Cajamar a finales del año pasado.
Uno de los elementos claves sobre los que pivota el libro y los cambios que aventura en el sector agrario tienen que ver sobre todo con el modelo y número de las explotaciones agrarias. Como ejemplo, en España desde el año 2000 su número ha descendido un 30% en número hasta las 914.000, aunque han crecido un 26% en su tamaño medio por hectárea.
Más concentración
Además de la disminución de los titulares de las explotaciones agrícolas, la obra también analiza en detalle el desplome de la estructura familiar agrícola; los cambios en las dinámicas de transmisión patrimonial; el creciente peso de las explotaciones especializadas y concentradas; el protagonismo de los trabajos subcontratados y la gestión delegada en el campo; la creciente diferencia entre agricultores ricos y pobres; el avance de sistemas agrarios cada vez más complejos y multidimensionales y con cada vez menos fuerza local y nacional o el creciente peso de la industria productiva y la gran Distribución sobre el sector.
Los autores también destacan la intensidad y velocidad de la nueva revolución que se está produciendo en el sector agro, en el marco de la digitalización, la diversificación de los mercados, los avances de la biotecnología y la transición hacia una economía más verde.
La obra no elude el creciente malestar del sector agrario a nivel europeo que se ha manifestado con importantes protestas en los últimos tiempos que tienen que ver en muchos casos con una “permanente sensación de crisis” que parece haber calado entre los propios agricultores y ganaderos.
Los autores mantienen que los cambios producidos actualmente en la agricultura, no solo en la francesa, sino también en la europea y en buena parte del mundo, abren un horizonte de diversidad y coexistencia entre distintos modelos agrícolas y ganaderos, así como de oportunidad para los que sean capaces de adaptarse al actual contexto de cambio. No obstante, los autores también reconocen que cada vez habrá menos espacio para el modelo tradicional de agricultura familiar tal como lo hemos venido conociendo desde hace décadas, un modelo basado en una explotación dirigida por su titular y su cónyuge y apoyada por el trabajo de la familia y/o por personal asalariado.
Así, desde su punto de vista, coexistirán, de un lado, grandes explotaciones tecnificadas, integradas plenamente en los mercados globales y gestionadas con los criterios empresariales que son habituales en el sector industrial; y, de otro lado, pequeñas y medianas explotaciones agrarias de diverso grado de modernización, más vinculadas a los territorios y guiadas según una lógica mixta económica, social y medioambiental, pero cuya supervivencia dependerá cada vez más de las políticas públicas de apoyo.
Además de haber realizado la traducción de la obra, Eduardo Moyano dedica un epílogo a analizar las diferencias y similitudes entre los modelos de Francia y España. Según Moyano, “en el caso español, el ajuste estructural de la agricultura ha sido más el resultado del funcionamiento del mercado y de la política agraria europea, que fruto de una política específica dirigida a potenciar el modelo de explotación familiar.
