Los pueblos de colonos mantienen el pulso de los cultivos de tomate, fruta y arroz en Extremadura

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Una exposición en Madrid recuerda a los 300 pueblos de colonización que impulsaron el regadío agrícola en España, 63 de ellos en Extremadura

Una gran exposición producida por la Fundación ICO y comisariada por Ana Amado y Andrés Patiño, ha recordado durante meses en Madrid la importancia de los pueblos de colonización en el desarrollo de la agricultura de regadío en España.

Bajo el título de “Pueblos de colonización: miradas a un paisaje inventado”, la exposición ha mostrado la transformación del paisaje agrícola español llevada a cabo entre 1939 y 1971 por el Instituto Nacional de Colonización (INC) en 27 provincias, organismo estatal que, partiendo de la necesidad de una reforma agraria, planificó la construcción de nuevas infraestructuras hidráulicas y más de 300 nuevos pueblos en el entorno rural en los que se fueron a vivir 55.000 nuevas familias. De ellos, 63 se ubicaron en Extremadura, tanto en la provincia de Badajoz como en la de Cáceres, y en torno a ellos fueron ganando terreno los grandes cultivos de regadío por los que la región es conocida actualmente.

El Instituto Nacional de Colonización (INC) se creó en octubre de 1939, recién concluida la Guerra Civil. Dependiente del Ministerio de Agricultura, su actividad se desarrolló en las décadas de los años cuarenta, cincuenta y sesenta, hasta 1973.Sus fundamentos ideológicos y su metodología se inspi­rarán en la actividad de la Dirección General de Regiones Devastadas, operativa desde 1938. Sus antecedentes más alejados se remontarán al Instituto para la Reforma Agraria (IRA) de la Segunda República. 

Nuevos regadíos
Los objetivos del INC desde 1939 hasta 1973, serán los de ampliar la superficie de terreno cultivable mediante la crea­ción de regadíos en amplias zonas improductivas del territo­rio, y los de fijar, asentar y controlar la población campesina en territorios despoblados con el fin de evitar el éxodo rural, para la consecución de propósitos de producción agrícola autosuficiente.

Los pueblos de colonos fueron ideados por arquitectos y profesionales que con el paso de los años se convertirían en referentes de la nueva arquitectura española como Alejandro de la Sota, José Luis Fernández del Amo, José Antonio Corrales, Antonio Fernández Alba, Fernando de Terán, Carlos Arniches…) y artísticas (Manolo Millares, Antonio Hernández Carpe, Juana Francés, Manuel Hernández Mompó… También destacaron por la novedosa iconografía religiosa de sus iglesias, muy alejada de la corriente dominante en la época.

Como destacan los comisarios de la exposición, “el procedimiento establecido por el Estado franquista para la financiación de la colonización, en sus primeros años, se sustanció a través de la emisión de obligaciones, mediante suscripciones progresivamente incrementadas desde 1947 hasta 1956. Estas imposiciones se suscribirán por particu­lares o empresas en distintos bancos, y serán presentadas ante las numerosas delegaciones del Banco de España en todo el territorio nacional”.

Un informe del Banco Mundial de 1962 sobre la negativa ren­tabilidad de la colonización y el elevado costo del regadío fundamentó las dudas y críticas definitivas que acabaron constituyendo el cambio de paradigma propuesto desde las esferas del poder. A comienzos de los años setenta el Servicio de Concentra­ción Parcelaria se unirá al Instituto Nacional de Colonización para formar un nuevo organismo, el Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA). El rega­dío de las tierras continuará, pero ya no se edificarán más pueblos nuevos.

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